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TRAYECTORIA DE UNA INVESTIGACIÓN

  Hagamos un poco de historia. Era la década de los 80. Álvaro García Meseguer, ingeniero de profesión, había publicado Lenguaje y discriminación sexual (1977). Defendía la tesis de poder ordenar de mayor a menor el sexismo del sistema lingüístico de las lenguas y señalaba y ponía nombre a algunas formas de sexismo en la lengua castellana. Poca bibliografía más podía encontrarse sobre este asunto: El lenguaje y el lugar de la mujer (1981) de Robin Lakof, ‘Lenguaje y sexo. Notas sobre lingüística, ideología y papeles sociales’ (Liberación y utopía, 1982) y ‘Naturaleza y estereotipo: la polémica sobre un lenguaje femenino (Nuevas perspectivas, 1982) de Violeta Demonte, (Mujer y lenguaje 1983), de M. Jesús Izquierdo y Cómo enseñar a ser niña: el sexismo en la escuela (1986) de Montserrat Moreno.

  Estas fueron nuestras lecturas cuando publicamos Una mirada otra (1987). En el apartado que trataba del uso sexista de la lengua recogimos el análisis que había hecho García Meseguer del “salto semántico” y del problema léxico de los “duales aparentes”. Dos páginas y éramos requeridas para dar cursos y escribir artículos. De este modo, empezó nuestra investigación. Por entonces se empezaron a editar las conocidas Guías y Recomendaciones para un uso no sexista de la lengua. Comité de Igualdad del Consejo de Europa (1986), Generalitat Valenciana (1987), Ministerio de Educación y Ciencia (1988), Ministerio de Asuntos Sociales (1989), UNESCO (1990), etc. En ellas se ponía en evidencia que el hecho lingüístico no es neutro, que la mujer está discriminada en el lenguaje. Y se afirmaba que la causa del sexismo lingüístico radica en el género gramatical masculino.

  Necesitábamos tiempo. Pedimos una Licencia de estudios compartida para poder investigar. Descubrimos y documentamos los supuestos implícitos en el análisis de las Recomendaciones, la necesidad de diferenciar entre sexismo lingüístico y sexismo social vehiculado por el lenguaje, que la causa del sexismo lingüístico no está en la lengua sino en los hablantes; que la identificación del género gramatical con el sexo del referente es una teoría gramatical que ya rechazó Bello (1847); que si se quiere dar recomendaciones para el uso el análisis del sexismo lingüístico debe tener como objeto el enunciado y no la palabra o la oración; que la igualdad que se pretende con las Recomendaciones se convierte en un refuerzo de la diferencia por razón de sexo, como si esta fuera siempre relevante. Entre otras muchas cuestiones.

 Durante este año el Institut de la Dona nos encargó la coordinación de las II Jornadas Internacionales de Coeducación dedicadas a la a la enseñanza de la Lengua y la Literatura (1990). La preparación de estas jornadas nos permitió intercambiar análisis y reflexiones con García Meseguer que, gracias a nuestra invitación a participar en ellas, había vuelto su atención hacia los asuntos de la lengua y el sexismo que casi tenía olvidados. Conversamos y debatimos también con Violeta Demonte, Marina Yaguello, Uwe Nissen, Pedro A Fuertes Olivera y otros profesores del ámbito universitario como Carmen Rodríguez, Ana Martínez Ricardo Morante etc. que habían escrito sobre el tema.

  Destacamos la colaboración con Álvaro García Meseguer con quien mantuvimos varios encuentros y correspondencia, le cuestionamos que el salto semántico fuera un cambio de significado entre los dos valores del género gramatical masculino, entre otras cuestiones. De hecho, en su siguiente publicación ¿Es sexista la lengua española? (1994) se observa un cambio en su análisis.

  El resultado de la investigación se plasmó en varias publicaciones. Proyecto TENET de Formación del Profesorado en Coeducación (1991). En el artículo “Un pre-concepte: la identificació génere gramatical/sexe” en Espais Didáctics nº 2. En la publicación colectiva del entonces Seminario de Estudios Feminista de la Universidad de Valencia del que fuimos miembros: Reflexión multidisciplinar sobre la discriminación sexual (1993) Y la publicación del libro: Ideología sexista y lenguaje (Octaedro, 1995).

  En estos años se publican también las críticas de académicos, escritores y profesores de universidad, varones fundamentalmente: Lázaro Carreter (1988), Caro Baroja (1989) Alarcos Llorach (1990), Amorós Andrés (1990). A medida que se multiplican las Guías y Recomendaciones y su defensa desde el feminismo político, crecen las críticas: García Posadas (1995), Javier Marías (1995/2006), Gil Calvo (1996). Y, posteriormente, Ignacio Roca (2005/2009), Pérez Reverte (2005), Ignacio Bosque (2006). En la polémica, todavía vigente, hay un momento significativo, cuando Ignacio Bosque realiza un informe crítico de las guías para un lenguaje no sexista suscrito por 26 académicos de la RAE. “Sexismo Lingüístico y visibilidad de la mujer” (El País, 4, marzo, 2012). En el debate las posiciones se radicalizan a la vez que los ámbitos sociales desde los que se opina se diferencian: lo académico y el activismo social.

  A partir de entonces el desarrollo, ajuste y profundización en la cuestión del sexismo en el lenguaje se ha ido gestando a la vez que nuestro trabajo se ha ido ignorando por círculos feministas de los que siempre hemos formado parte. ¿La razón? Quizás, porque ponemos en cuestión la tesis defendida por cierto feminismo y asumida por personajes de la vida pública tanto en lo concerniente a la lengua como al concepto de igualdad. Seguimos compartiendo el punto de partida: que el hecho lingüístico no es neutro, refleja la relación de los sexos en la sociedad patriarcal.

  Ahora bien, las posiciones de conciencia social o posturas políticas no son suficientes para abordar una cuestión académica como la del sexismo y lenguaje. Porque no se trata de escoger entre dos opciones sino de fundamentar lo que se defiende. Es necesario explicitar los supuestos epistémicos para analizar el uso sexista de la lengua. Del uso se ocupa la Pragmática y el Análisis del Discurso, y del sexismo, la Teoría Crítica feminista. Y con los instrumentos que nos proporcionan descubrir dónde y cómo se producen los fenómenos sexistas. Es lo que hacemos.

  En mayo de 2017 contactamos con Alex Grijelmo (quién había recogido algunas de nuestras ideas en La seducción de las palabras (2000) a propósito de su artículo “El salto de Dijselboem” (El País, 16 de abril de 2017). Nos invitó a las Jornadas del Consejo General de Abogados: “Abogacía en igualdad”. Su intervención recogía parte de nuestros análisis entre muchas otras reflexiones sobre comunicación y sexismo. Allí tuvimos la ocasión de comprobar, una vez más, que el debate del sexismo lingüístico se realiza desde cierto activismo y no desde el conocimiento. A pesar del indudable prestigio de Grijelmo.

  Nuestras últimas intervenciones han tenido lugar en el ámbito de lo académico: “Ideología sexista y Lenguaje” en la Universidad de Alicante (2002), “Feminismo, lenguaje y educación”, en la Universidad de Valencia (2011) y “¿Se puede ser feminista sin destrozar el lenguaje? Igualdad y sexismo en la comunicación” también en la Universidad de Valencia (2013). Y la última en El Arca (2017) “Coeducación, Igualdad y Lenguaje”.

  A pesar de que las ideas fundamentales ya aparecen en Ideología sexista y lenguaje, hemos seguido investigando. Actualmente hemos optado por dar a conocer nuestro trabajo con esta web: difundir el conocimiento y ponerlo al alcance de cualquiera con el objetivo de aportar luz al debate del sexismo lingüístico.

  Esta trayectoria de investigación quiere enviarle gratitud y cariño a Álvaro García Meseguer (in memoriam), varón, que cuando ninguno de su género social se atrevía, puso en evidencia el dominio de lo masculino y la discriminación de las mujeres. Y que siempre supo escuchar.

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